miércoles, 14 de mayo de 2014

La melatonina y el sueño.

El sueño no es necesario para la producción de melatonina, lo que sí es un requisito imprescindible para mantener el ritmo circadiano de secreción de melatonina es la oscuridad. La elevación de los niveles de melatonina en la oscuridad contribuye significativamente al descenso de la temperatura corporal, al descenso de la tensión arterial y por tanto, a la propensión a dormir. Además se ha demostrado que el descenso de la tensión arterial producida por la melatonina durante la noche provoca una mayor esperanza de vida en los individuos que lo experimentan.

La producción de melatonina precede en unas dos horas al inicio de la somnolencia. Se considera que más que inducir el sueño, la melatonina bloquea los mecanismos que generan la vigilia por lo que la secreción de la melatonina durante la noche aseguraría una lenta transición entre la vigilia y el sueño. Así pues, los individuos que duermen más de 8-9 horas cada noche muestran niveles elevados de melatonina nocturna durante más tiempo (aproximadamente una hora) que los sujetos sanos que duermen menos de 6 horas cada noche.

Varios estudios han demostrado que la falta de sueño o las alteraciones del mismo pueden conducir a supresión del sistema inmunitario y a la estimulación de tumores. Una de las primeras aplicaciones de la melatonina fue la minimización de los efectos producidos por el jet-lag. Actualmente, la Academia Americana de Medicina del Sueño recomienda la utilización de melatonina para el jet lag y otras situaciones que alteran el sueño por desajustes del ritmo circadiano. La melatonina también se utiliza con éxito en niños con alteraciones del desarrollo neurológico.

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